Relatos

ORLANDO PULIDO CHAVES


LA CANCIÓN DEL CENTINELA

TABLA DE CONTENIDO

 1. MIRADAS. 3

 

 

1. MIRADAS

Si pudiera

Dejaría de verte…
Si pudiera
arrancarme esos tus golpes
de mirada lejana…
si pudiera…

Nerval

¡Qué dolor atravesar la noche así!
con la mirada vacía
sin sueños
sin lunas ni soles
agazapados en el horizonte
sin faroles agitados por la lluvia
ni aleros amigos que te acojan
perdido de Aurelia y Mirto y el Posilipo.
Caminado tu epitafio
sin quitarte el sombrero ante la muerte.

Gradiva

Y te movías discreta entre el tumulto
dejando tras de ti
caer
hojas tiernas de ojos hondos
arrastrando tras de ti
promesas intangibles
ramilletes de olvido
aplastados
en mi rostro
a cada paso
por tus sandalias gradivinas.

Desventura

¿Por qué caminos andas
desventura?
¿Qué ríos navegas
de lagunosas superficies
que esconden torvas fuerzas,
que siempre los cruzas
con los míos?

Fugitiva

Siempre te vi partir con el
fardo a cuestas
siempre extraña
siempre sola
te vi partir
con la vida enmaletada
eterna fugitiva.
Y cada vez que a lo lejos
tras una esquina
te perdías
en la noche,
eterna fugitiva,
a la bruma preguntaba por tu norte.
Qué mapas del cielo recorrías
arrastrando tu canción de centinela,
qué país buscabas
pasajera,
de estación
en estación.


Tras las brumas

Te veo lejos,
tras las brumas
de atardeceres que se hunden
en la noche,
envuelta en velos
siderales,
fuerzas invisibles,
caminos en el cielo,
telarañas
de perdidos amorautas.

Mirada furtiva

¿Dónde has puesto tu
mirada furtiva
de cometa,
ramalazo de esperanza
en la sombra
mustia
de tu rostro
que adivina pesares
como siglos
de amor encadenado?

Cuando llueve

Deja que la lluvia caiga sobre ti
y lave la tierra,
mira correr los ríos de lodo
que desorientados
parecen huir
hacia el horizonte,
deja que su rumor sordo
apague todos los sonidos,
acompaña el paso fugaz de la nube
sobre el mundo,
aprovecha el viento que la mueve
y parte con ella.


La Cocha

Mientras mi memoria vaga
por las  verdes colinas
ondulantes de recuerdos
tan frescos como el trigo,
te veo junto a mí
cerca del lago
de plateadas aguas
como canas húmedas
del mundo
que vive en soledad.
Entonces pienso
y digo
que si al mundo basta
con el trigo
y con el agua,
a mi me basta tu recuerdo.


Mirada Silenciosa

Déjame decirte,
mirada silenciosa,
que te has atravesado
ante mi sueño
de noches infernales
vigilias angustiosas
de profundas hecatombes.
Déjame decirte
que mis horas
ya no están solas
que los árboles
el viento sienten nuevamente
que el sol ha vuelo a calentar el mundo
y el mar
a transportar goletas
y las nubes
a empañar el cielo.
Déjame decirte
que mi palabra
es solo un exorcismo
que acabará con tu demonio.
Pero mientras yo hable
no digas nada
sólo mírame
en silencio.
Déjame me sueño y mis noches
y mis horas
y los árboles
y el sol y el mar
y las nubes.


Una sombra

Una sombra
de tristeza
cubre tu rostro,
el recuerdo de una sonrisa
muda, muerta,
débil quejido
arrancado a la fragilidad
de tu hijo agonizante.
Agonizantes también
tus ojos
encerraron su vida
que escapaba
por la tuya
y esa vida
que encerraste
ahora asoma
como una sombra
de tristeza
que cubre tu rostro.

Mirando por la ventana

Camino por las calles
de cualquier ciudad:
Atlántica de Río
Paseo Ahumada y Chinchinelos
en Santiago,
Florida y Rivadavia
en Buenos Aires,
Larco y San Martín
en Lima,
la 72 en Bogotá…
y te digo que no hay diferencia.
Cambian un poco los colores,
los acentos,
transeúntes apurados,
comercios y vitrinas,
autos,
pero yo soy el mismo
en todas partes,
como ahora que te pienso
como siempre,
incansable,
mirando hacia la calle
por la ventana
mientras corro por la séptima
en el bus
hacia donde estás.